Hoy era un día de esos en que me daba por reflexionar y me hacía una pregunta acerca de por qué vivimos.
Una de las cosas que viene a mis pensamientos es que estar vivos nos da una oportunidad para aprender amar.
Y amar es el mayor perfeccionamiento que se nos permite en la vida. Pues cuando el amor se instale en el corazón de los hombres se terminarán las guerras, el hambre, las luchas por la sobre vivencia y se podrá decir que hemos encontrado la felicidad.
Quien ama incondicionalmente está libre de sufrimientos, libre de miserias, libre de pensamientos que lo atrapan en la duda, en la actitud egoísta de quererlo todo para sí, en la lucha, en la envidia, en la crítica, en el miedo, en el dolor, más bien se siente capaz de expresar sólo pensamientos de comprensión, simpatía, compasión, solidaridad, gratitud, alegría, fluye con la vida y se siente en unidad con todo y con todos por lo tanto no daña a nada ni a nadie. No existe espacio en sus pensamientos ni en sus sentimientos para lo negativo, camina por la vida observando el bien.
La vida es una oportunidad para dar sin condiciones y lo que recibimos a cambio será lo mismo que estamos dando, seamos conscientes de ello o no. Al fin y al cabo todo es como un boomerang lo que sale de nosotros vuelve de la misma manera.
Esto no quiere decir que sea fácil lograrlo ni que yo haya conseguido estar en ese estado permanentemente, aún me falta mucho, pero cuando pongo la intención y lo hago, en esos instantes, resulta más fácil vivir pues me siento en armonía con todo y con todos, con más alegría, vienen momentos de satisfacción, de paz y felicidad
Tuve dudas en publicar este post, pues algunos pueden creerlo una utopía, o sueños de una idealista, pero finalmente me animé a hacerlo en la esperanza que pueda estimular de alguna manera a aquellas personas que están como yo, en camino a despertar.